domingo, 22 de enero de 2006

IGNASI TERRAZA

CREO QUE PUEDE ESTAR LLAMADO A CERRAR EL HUECO QUE DEJÓ TETE MONTOLIU:

Al menos es un pianista de Jazz de una calidad excepcional y como Tete igualmente ciego.
¿Estoy cayendo en el tópico?
Si así fuera ha de perdonárseme por varias razones:
1, soy también ciego,
2, empiezo a conocer algo de Jazz en serio y algo toco el piano desde los 9 años, aunque por supuesto diste mucho de la maestría de estas dos figuras,
3, su personalidad es la de alguien nada presuntuoso, a pesar del mucho y buen camino que lleva andado, aunque es 4 años más joven que yo (nació en el 62).
Pude saludarlo en 1998 con ocasión de unas Jornadas de Tiflotecnología auspiciadas por la ONCE en Madrid. Es ingeniero en Informática y ambos defendíamos la usabilidad del programa Cakewalk; pero en aquellos días yo ignoraba que me encontraba ante un auténtico maestro. ¿Su nombre¿:
IGNASI TERRAZA.
Os sugiero que paséis por su página WEB para conocer detalles de su biografía y disfrutar al menos de algunas sabrosas demos:

Sin duda, los gustosos den Jazz ansiarán escuchar con más extensión el prodigio de su arte, su serenidad, su impecable digitación, la madurez con que administra los acentos y las notas más aterciopeladas, la gran estabilidad de su discurso, la limpia compenetración del trío, la musicalidad dentro de los cánones quasi clásicos, que siempre dan tanto juego…
Estuve charlando con él; me indicaba que hacía jazz, pero nunca presumió de sus grandes obras, con la humildad del genio.
¡Ignasi!, ¡encantado de haberte conocido personalmente! Ahora sé que eres todo un artista, que te espera el futuro pues no llegas a los 45 años y recorres el teclado con la soltura de los grandes.
¡Podemos estar de enhorabuena!

IGNASI TERRAZA



   Al menos es un pianista de Jazz de  una calidad excepcional y como Tete igualmente ciego.
   ¿Estoy cayendo en el tópico?
    Si así fuera ha de perdonárseme por varias razones:
   1, soy también ciego,
   2, empiezo a conocer algo de Jazz en serio y algo toco el piano  desde los 9 años, aunque por supuesto diste mucho de la maestría de estas dos figuras,
   3, su personalidad es la de alguien nada presuntuoso, a pesar del mucho y buen camino que lleva andado, aunque es 4 años más joven que yo (nació en el 62).
   Pude saludarlo en 1998 con ocasión de unas Jornadas de Tiflotecnología auspiciadas por la ONCE en Madrid. Es ingeniero en Informática y ambos defendíamos la usabilidad del programa Cakewalk; pero en aquellos días yo ignoraba que me encontraba ante un auténtico maestro. ¿Su nombre¿:
  IGNASI TERRAZA.
   Os sugiero que paséis por su página WEB para conocer detalles de su biografía y disfrutar al menos de algunas sabrosas demos:
   Sin duda, los gustosos den Jazz ansiarán escuchar con más extensión el prodigio de su arte, su serenidad, su impecable digitación, la madurez con que administra los acentos y las notas más aterciopeladas, la gran estabilidad de su discurso, la limpia compenetración del trío, la musicalidad dentro de los cánones quasi clásicos, que siempre dan tanto juego…
   Estuve charlando con él; me indicaba que hacía jazz, pero nunca presumió de sus grandes obras, con la humildad del genio.
   ¡Ignasi!, ¡encantado de haberte conocido personalmente! Ahora sé que eres todo un artista, que te espera el futuro pues no llegas a los 45 años y recorres el teclado con la soltura de los grandes.
   ¡Podemos estar de enhorabuena!  



miércoles, 11 de enero de 2006

Homenaje a mis Profesores



No es esta una tarea escolar o un simple gesto de “pelotilleo”; es casi una necesidad que tengo, una vez que yo no estoy en mi puesto, que no he sido capaz de emularlos, de desatar la hebilla de sus respetadas sandalias, de poner en práctica hasta el final el tácito lema de: “¡ve y enseña como yo a ti!” Y no quiero acercarme más al cliché evangélico aunque allí también se respira maestría.
   En efecto, me apetece brindarles este sencillo acto de gratitud y reconocimiento prácticamente a casi todos ellos, aunque aquí solo aparezcan algunos de sus nombres.
  Y lo hago en un momento en que el papel del maestro y del profesor está tan a la baja, el momento en que abunda una generalización casi de la barbarie, entendiendo aquí por tal la quasi anomía, la ausencia de normas, quizá por profusión de las mismas y por circular tantos códigos  morales; parece como si a alturas de los doce, catorce, dieciseis y algunos más años, no se supiera bien dónde está el norte, y suceda tantas veces lo del famoso tango de Santos Discépolo.
   Por ello, reconociendo que aunque es fundamental la libertad de enseñanza, la profusión de información, el premio mucho más que el castigo, el impulso de las posibilidades personales por encima de las reglas sólo coercitivas, quiero subir nuevamente a su pedestal –aunque a un pedestal láico y con mucho más laurel que incienso- quiero celebrar las arrolladoras personalidades

             DE
 
 
   Don Jesús Montoro Martínez, tremendamente incansable, verdadero titán que era capaz de impartir varios cursos en la misma aula de los colegios de la ONCE en Alicante, verdadero ejecutor multitarea, que tan pronto transcribía ingentes cantidades de obras al braille como dirigía la rondalla, como se ponía a escribir la historia de todos los ciegos célebres del mundo (“Los ciegos en la historia”, en cinco muy gruesos tomos, con datos de todo el planeta quasi desde la prehistoria): verdaderamente incansable, y quizá el primero de los ciegos dignos de ser nombrado en su propia obra.
   Cuando saqué la cátedra de filosofía de instituto me llamó y me dijo: “!Perico, tendré que citarte”.
   Desgraciadamente no pudo ser.

   Don Angel Ros Campillo: que con 24 años se convirtió en el mismo colegio en mi profesor de piano teniendo yo 13 años y que comenzaba a tratarnos con un nuevo estilo: el del profesor que está al nivel del alumno, que es casi compañero del alumno; afortunadamente, como en la mayoría de casos de los aquí citados Don Angel vive y me honro con su amistad;

   Don Juan Francisco Sánchez, otro profesor de piano incansable (Colegio Inmaculada Concepción de la ONCE en Madrid), que hacía del estudio del 3º de piano un estudio concienzudo, meticuloso, serio, de la talla de la cátedra de conservatorio, sólo que con solicitud paternal.

  Don Eulogio Simón, profesor de Latín en el mismo colegio, incansable, correcto, educado, cariñoso:; aunque sus despistes –ya era muy mayor cuando nos dio clase- nos provocaban la risa, el latín que aprendimos no se nos olvidará nunca: yo llegué posteriormente traduciendo al instituto como ninguno –sólo superado por mi amigo Manolo Angosto-; todo gracias a su incansable labor e insistencia, su idea de enseñar a declinar, conjugar y traducir jugando, echando partidos entre sus discípulos: era increíble y transmitía el placer de trabajar con nuestra lengua madre.

   Don Francisco Cano: profesor de literatura de mi sexto de Bachiller, igualmente muy joven cuando comenzó a darnos clases, instalando un nuevo estilo, el del profesor de la época que llamábamos en este país de “la apertura”, inmediatamente después de morir el dictador. Su manera de leernos a Quevedo, a Machado, a Miguel Hernández, su sencillez y su fuerza arrollaban, porque veíamos autenticidad.

   Doña Gloria Sánchez Palomero, profesora de griego en el mismo instituto, el Isaac Peral en Cartagena, el instituto de Pérez Reverte. Doña Gloria igualmente ponderada por éste porque sin querer ella te envuelve su verbo, por su amabilidad y su rigor, mostrrando que ambas cosas pueden ir de la mano.

  Don Joaquín Lomba Fuentes, porque jamás he vuelto a ver dar clase de historia de la filosofía como él: cualquiera pensaría que hablar de los filósofos griegos o de KANT está totalmente reñido con el apasionamiento: Joaquín a todos nos demostraba cómo puede en efecto apasionar la tarea de pensar, aunque sea según reglas y con rigor.

   Don Federico Sánchez Mora, persona leal, afable, vital, de  cuya compañía me dejan los hados gozar en más de un paseo maleconiano. El me recuerda que el sentido del deber no está reñido con la comprensión y la humanidad.

   Don Antonio Campillo: que se hace querer por su sencillez, por una formación amplísima y actualísima y porque es capaz de poner todo eso en movimiento y trabajar sin descanso en el incómodo terreno de la tarea quasi pública: esa no pagada ni reconocida por los poderes: la del ciudadano con derecho al habla, a manifestarse, a señalar los atropellos que los poderosos infringen a la comunidad. Y todo hecho con seriedad, desacralizadamente, con la ayuda de los filósofos llegado el caso.
      
   Don Francisco Jarauta, de una formación difícilmente igualable, reconocido desde años en el mundo del pensamiento actual –sobre todo en el entorno de la reflexión social, estética, cultural- y de una alta calidad humana en tanto que siempre amigable y socialmente comprometido.

              
  
   Y cuántos se me quedan en el tintero: todos creo realmente me enseñaron. Esto no es tópico: sé de muchas personas que acostumbran a hablar mal de un tanto por ciento peligrosamente elevado de sus maestros o profesores. De ello cabría deducir, o que he tenido suerte o que mi talante también es benévolo para todo lo que signifique Superyo.
   Bueno, creo que más allá del falso dilema medio irónico anterior, esta actitud de estar encandilado por la mayoría de los maestros de uno es la mejor y para nada tiene que ser sin más conformista: ante tantos profesores las direcciones y los estilos son afortunadamente múltiples.
   No he de entrar más allá en ello, pero sí estoy convencido de que en la gran mayoría de casos los profesores son seres humanos imprescindibles y su papel es fundamental e insustituible: que con las máquinas obtengamos información, ¡vale! Mas el concederles el justo lugar en el aula y más allá hará que esta cultura no termine de pudrirse.
   Siento yo por mi parte no haber estado a la altura de las circunstancias por las razones que fueren y no haber colaborado también en esta labor que ellos me fueron dejando en el alma y que conservo sin duda, aunque no la pueda poner en juego en el aula.


WINDOWS VISTA: ¡una nueva amenaza a la accesibilidad!



   Los ciegos siempre tenemos la esperanza, en el terreno digital, de que los ceros y unos nos igualan a todos los seres humanos: de que pasar a digitos este mundo real de los engañosos sentidos, las situaciones vertiginosas, las impresiones de que carecemos, la interfaz agresiva apenas si pillada por el resto de sentidos de que disponemos, va a reportar grandes beneficios:
    un libro como ese conjunto de páginas llenas de grafías pasa a ser un ente apropiable cuando se reconoce en ceros y unos, en un nivel que luego la máquina nos brinda equitativamente; como si las cantidades fueran lo objetivo ante las simples cualidades confusas que diría Descartes.
   El monitor superadornado y vistoso de un ordenador queda accesible si lo tomamos desde un nivel inferior, que está ahí, por debajo, casi al nivel del lenguaje máquina y una determinada aplicación nos lo puede contar.
   Aún más: para que se me pueda entender mejor: si yo, sin ver, recibo un mensaje electrónico escrito por alguien que ve y quiere comunicarme algo, la comunicación podrá mantenerse porque entre los momentos inicial y final del interface analógico ha habido una igualación, un pasar por el terreno objetivo de las cantidades cartesianas, de los ceros y los unos iguales para ciegos y no ciegos y sólo el plano inicial y final son problemáticos, aunque no tendrían por qué serlo tanto.
  
   Pues simplificando el tema quizá mucho, esta es la cuestión: el nivel intermedio de los ceros y los unos casi sigue siendo el mismo plano benévolo, pero Microsoft, el avance de los tiempos, los intereses económicos de la industria informática, etc., hacen cada par de años que temblemos cuando anuncian apariciones de cambios importantes en el sistema operativo Windows.
   Hemos temblado cuando hubimos de olvidarnos casi por completo de MS-dos, de Windows 3, 95,98, 2000…, y ahora volvemos a asustarnos con el anuncio de Windows Vista para este dos mil séis.
   ¿Estará justificado nuestro temor, o volverá Jaws –nuestro queridísimo lector de pantalla- a remontar la situación y no será la cosa para tanto, toda vez que el contacto entre Freedom y Microsoft parece estable?
   Mi amigo Jerónimo Martínez, informático  de profesión yy ciego como yo me alertaba ayer: esta vez Microsoft apuesta sin reservas por los gráficos a un nivel más revulsivo. Raudo fui a visitar la página de Windows Vista:
http://www.microsoft.com/spain/windowsvista/default.mspx
  allí puede comprobarse qué se pretende ahora. Hay 4 puntos básicos novedosos, 3 de los cuáles a lo que yo alcanzo chocarán con la manera en que Jaws se acerca a ese remanso común de los ceros y los unos, de las cantidades objetivas válidas e inconfundibles incluso para los que carecemos de vista:
   Podemos leer en en dicho lugar:       

Windows Vista presenta innovaciones de desarrollo que permiten a los desarrolladores crear aplicaciones de nueva generación que aprovechan todas las posibilidades
del nuevo sistema operativo, entre las que se incluyen:


 WinFX. Un modelo de programación de código administrado

 Windows Presentation Foundation (conocido anteriormente como Avalon). Subsistema de presentación unificado para Windows de Microsoft

 Windows Communication Foundation (conocido anteriormente como Indigo). Tecnología de servicios Web de nueva generación de Microsoft

 Aero. Nueva filosofía de diseño de Windows Vista

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   Sin que yo pueda ser muy entendido en todo esto que se avecina, parece que quizá Windows FX no tenga porqué ser un procedimiento que confunda a nuestro apreciable Jaws, aunque fijo no lo sé; pero las tres siguientes propuestas sí pueden dejárnoslo fuera de servicio, sobre todo la última: la rimbobante “Aero”, nuevo interface que saldrá a patadas, haciendo que las máquinas precisen de mayor rapidez para poco más de lo que ahora hacen.

   Ante todo esto los ciegos siempre repetimos aquello de nuestros derechos a la accesibilidad y usabilidad en todo: lógicamente: somos también personas y tampoco elegimos venir a este mundo ni estar aquí en la forma en que estamos, con muchas más desventajas que los demás en esta quasi selva compleja que es nuestra sociedad y nuestro planeta.
   El derecho es ineludible y así parece comprenderse sobre todo en este terreno tan amigable muchas veces para nosotros como es el del mundo informático, donde podemos sentirnos más cómodos que en la complicada trama nanalógica del patio de un centro o en un cruce de una calle,etc. Así es que ante lo que viene nos sentimos inclinados a rezar para que pronto surjan mejores dispositivos (pantallas en relieve, reconocedores de los gráficos del monitor, del interface aero o lo que sea en cada caso, mejores lectores, … lo que sea), artilugios que vuelvan a conectar con los ceros y unos igualadores y que burlen el intrincado interface que la mercadería parece no cansarse en demandar.
   Y la cosa sí va de mercadería, porque WINDOWS VISTA va a consolidar, parece, relaciones con fabricantes como Sony en lo concerniente al disfrute de los media, al uso compartido de archivo, a la reorganización de los derechos de autor, siempre por la vía de la limitación económica en las transacciones mediáticas: bueno, una cosa en que al menos saldremos igualmente fastidiados que los demás.
  
   En fin, que no nos quedemos muy a la zaga, que se nos siga oyendo, que la gente capte que los ciegos y discapacitados en general no estamos, como casi nadie ya, dispuestos a recibir recompensas en el más allá y queremos nuestro desenvolvimiento en esta vida, si bien intentemos ser buenos y no sólo por el posible premio celestial, toda vez que en este reclamo de accesibilidad no estamos hablando sólo de cuestiones de puro ocio, sino de trabajo, estudio y asistencia de todo tipo que tan brillantemente están mejorando por los medios informáticos.

PEDRO EGIO.