jueves, 15 de octubre de 2009

SE HACE CAMINO AL ANDAR

Esto es: que no hay camino; que hemos de hacerlo nosotros: el camino y la meta, si queremos; porque si en algún momento somos conscientes de que apenas si hay meta y que nos ahogan mil inconvenientes, entonces es comprensible –no diré que justificable- que no queramos “mover un pie” y aun derecho nos asiste, si mover el pie sea causa de mil fatigas o si nuestros miembros están muertos.

Admiro la audacia –habrá algunos temerosos quien no- de quienes estando tremendamente disminuídos, sabiendose por debajo de todos, no están dispuestos a permanecer largo tiempo así de prosternados. Hay seres encantadores que llegan a ser conscientes de su tremendo calvario y deciden inmolarse de una vez por todas, aunque el sacrificio les implique una audacia inconmensurable. Hay seres que limpian así su negrura y se hacen ángeles. Y cuando te toca haber vivido junto a uno de ellos, cuando es un ser cercano, tan cercano como un hijo o una hija, con todo tu inmenso dolor, con toda una herida de extensión más grande que la cual nada hay, al tiempo casi complace comprobar esa tremenda audacia, la tremenda valentía, la gran fuerza que les asiste en enmendar la plana al posible creador:

Quiero rendir un altísimo tributo a la persona probablemente que más haya querido en mi caminar de casi 51 años: a una de las más fuertes, insaciables y valientes; valiente no por su gesto final lamentable, que rompe el alma de sus seres cercanos, sino en casi todos los momentos de su ajetreada existencia.

Descanse en paz MARÍA JOSÉ EGIO RUBIO.

jueves, 24 de septiembre de 2009

EL RAYO QUE SÍ CESA

No hay remedio. La improvisación y el egoísmo triunfan en Política y los ciudadanos parecemos hipnotizados ante tantos gestos insolidarios vestidos con la máscara de la solidaridad y volvemos a otorgarles nuestra confianza, como si lo hicieran tan bien. Lo que incomoda es el viejo argumento de “deja que el empresarioobtenga todos los beneficios posibles, porque él hace de máquina”; y así al menos viviremos con sus migajas. la derecha entonces se reviste con la antigua “charitas”, generalmente adicta a la Buena Nueva entendida a su manera. Y se reviste incluso con la etiqueta de “popular”, aunque a veces no alcance ni al lema de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, porque en muchas ocasiones prefiere decir: “primero nosotros, luego el pueblo”.
¿subir impuestos? ¡No hombre, no; entonces el empresario pierde una mezquina parte de sus ganancias; y si pierde esa mezquina parte va a repercutir en todos los demás!
¿Seguridad social? No nos pasemos tampoco; aportemos menos y en todo caso tomemos lo que podamos de la tajada: hospital nuevo que construímos hospital que administramos, por aquello de echar carbón a la máquina: para que el tren circule y todos con él, sí.

¿Servicios? ... Si pudieran volverían a plantear el consejo de los economistas del XIX: al trabajador lo imprescindible para que pueda seguir trabajando; engrasemos el tornillo para que no se parta. Si no hubiera sido por toda la izquierda, desde Owen al socialismo en todas sus vertientes (y para nada me refiero al espíritu de la “rerum novarum”) el trabajador continuaría desposeído de personalidad, reducido a mera herramienta de otros, sin más derecho a existir que el de seguir haciendo andar a la máquina.
Y luego nos damos, o bueno, se dan golpes de pecho.
Todas estas agrias reflexiones -y siento tener que hacerlas- me son suscitadas por otra idea de la derecha en este caso de nuestra región, que escuché en una emisora de radio local, estando el lunes pasado en la sala de espera de un médico. A bombo y platillo anunciaban que, feliz idea de 9 Concejalías, un autobús “tipo rayo” de la empresa de transportes urbanos –por cierto una de las de precio más elevado del país-, comenzaría a pasearse por la ciudad para recoger donaciones de los ciudadanos (ropa, juguetes...) en aras a fomentar la solidaridad en estos tiempos de crisis. Y seguían ufanándose con que matarían dos pájaros de un tiro –esto es muy del burgués acomodado, lo de ahorrar aunque sea munición si bien luego haya otros goteos que difícilmente se justifiquen-: “al tiempo fomentamos una actividad
Ecológica”. Debe ser porque aquí a veces ha habido dudas de que reciclemos debidamente las basuras en los vertederos; me refiero a la empresa que tiene encomendada esta tarea, claro, porque el ciudadano sí se ha aprendido bastante bien lo de los diferentes tipos de contenedores para reciclar.
Yo no he de criticar cualquier gesto solidario, ni siquiera por supuesto la importante labor de Charitas Diocesana, mientras exista la gran injusticia de personas que apenas si tienen para comer. Pero de veras que ver al Ayuntamiento metido en estos gestos me produce vergüenza y pena, porque parece que nos quieren confundir: ¡qué buenos somos con los necesitados!, invitamos a echarles lo que nos sobre, lo reciclable, mientras nuestro jefe de partido se pone rojo de ira por la decisión gubernamental de subir impuestos para mantener servicios sociales.
Los que somos discapacitados y tenemos familiares muy cercanos igualmente discapacitados sabemos que con limosnas no arreglamos nada: que todos los hombres y mujeres, mujeres y hombres, tenemos los mismos derechos. Y yo al menos entiendo, además, que pasear un autobús durante un par de semanas para recoger donaciones no es en modo alguno el camino para superar injusticias: es un gesto casi vacío para cubrir el expediente y tranquilizar conciencias de manera muy artificial y rayando lo impresentable, mientras se invita al gobierno a no replantear la política fiscal y además a restar servicios sociales.

Si la mentalidad de nuestros gobernantes locales o nacionales estuviera abiertamente del lado de todos los seres humanos para ofrecerles una Seguridad Social que siga siendo sólida, si no les temblara el pulso creando más recursos para ayudar a llevar una vida aceptable a sus enfermos físicos y psíquicos, mayores; si se esforzaran en mayor medida por desarrollar políticas de empleo, si esa mentalidad estuviera más decididamente del lado de que hay que legislar y gobernar para mitigar en lo posible las diferencias sociales, directamente y no a base de “echar carbón a la máquina”, entonces yo me felicitaría de la circulación de ese autobús magnánimo y hasta consideraría que su recorrido debería ser permanente y no de tan mezquina duración. Entre tanto, lo siento pero su circulación me suena demasiado al gesto del catolicón limosnero –ojalá podamos decir que de antaño- que pone unos duros los domingos al salir de misa en la mano del primer indigente mientras en sus negocios se comporta como lobo del hombre. O peor, que pone la gorra para que los demás pongamos la limosna.
Claro, no es lo más triste que se les puede haber ocurrido!, salvo porque es un gesto que parece tapar tantas otras carencias en el modo de hacer politica de unos pocos en esta región y el país.

(Publicado en el diario La Opinión de Murcia el 10 del 10 de 2009)

miércoles, 5 de agosto de 2009

Novedosas soluciones a la validación de imágenes por ciegos

Hace unos años escribí en este mismo lugar que las imágenes que se muestran para validar nuestro derecho a entrar a una determinada operación en determinadas páginas, eran un serio inconveniente para los deficientes visuales.
En efecto, así me expresé el 4 del 2 e 2006. Pues bien: llevamos ya un tiempo disfrutando de un par de alternativas, al menos que yo conozca, a las complicadas operaciones que allá proponía yo para superar este serio inconveniente, aunque es cierto que aquel post me permitió también escribir un poco sobre un instrumento bastante útil para los ciegos, como era el Optacon, ahora ya desaparecido sin mucha explicación, si no es el hecho de lo costoso de las investigaciones para grupos minoritarios, aunque también esto debería de poder obviarse.
Yendo a la cuestión quiero comentar que existen, como digo, dos caminos que permiten superar este obstáculo, cuando uno se topa con una imagen que debe transcribir para seguir accediendo a una determinada prestación, procedimiento con el que, se nos dice, se evitan entradas automatizadas a barullo. Web Visum y como plug-in para Omizilla Firefox y un servicio similar en Internet Explorer, permiten que los ciegos enviemos con total inmediatez la imagen a un determinado lugar donde alguien amablemente las transcribe; bueno, es una solución que está funcionando y que permite que la accesibilidad de determinadas páginas nos siga garantizada; por tnato fuete aplauso a estos servicios y que cunda el ejemplo. Buscar la igualdad es noble aspiración de todos los humanos, dado que todos somos desiguales en cierta medida.

lunes, 8 de junio de 2009

El día después (Europeas 2009).

Tras las Elecciones europeas de este 2009 asistimos totalmente perplejos al triunfo de la ideología neoliberal. No cabe duda que podrá explicarse el fenómeno, pero a mí me choca que, recibiendo aguijones, el ser humano se vuelva para lamer agradecido la mano de sus señores.
Hace muchos años asistí a un mitin de Santiago Carrillo que decía: "el trabajador que es de derechas es tonto". Sinceramente siempre he creído en la exactitud de esa frase y aquí parece que muchos trabajadores han debido de votar derechas o se han abstenido mientras que todos sus patrones se hayan molestado en votar.
Es desconcertante, por ejemplo, que en una ciudad como Murcia en que la derecha se ha esmerado en enriquecerse incluso delinquiendo -por lo menos en varios célebres casos-, donde hasta Europa critica cómo se están haciendo las cosas, salga esta a hombros.
Es increíble cómo se está votando la bajada de impuestos, el descuidar los servicios sociales, el seguir esquilmando el planeta, se supone que por parte de muchos que están necesitados precisamente de todo lo contrario.
Me imagino que quienes han querido ese triunfo no reparan tanto en cuestiones morales como a veces parece, al quejarse de los matrimonios entre homosexuales o cuestiones de aborto; me imagino que entre ellos ha tenido preponderancia la idea de que el libre mercado genera riqueza, cuando hemos visto que el libre mercado genera su propia crisis y destrucción.
Yo no defiendo la cerrazón del comunismo cerrado pero desde luego me parece que nuestro problemático mundo actual tampoco necesita del puro y duro neoliberalismo, de aquellos que se frotan las manos pensando en bajar impuestos en cuanto puedan; aquellos que niegan dinero a los Estados y al tiempo nos ahogan con sus entidades bancarias podridas e incluso, si nos descuidamos, nos birlan ensuciando además nuestra casa sin reparos, frenando salarios todo lo posible:
En fin, hacemos bien en intentar colocar algunos valores como más fundamentales para obtener sentido y aclararnos, y me parece que los democráticos son de ese tipo de valores; por tanto, aceptamos por supuesto, probablemente con menos desazón que cuando ellos pierden en las urnas, los resultados que ellas nos han arrojado, pero este momento de gran crisis me parece que no demanda precisamente dejar más libertad de movimientos aún a los insolidarios. Si cada vez queda menos clase media en aras de una clase muy particular pero cada vez más abundante, la de los que no tienen más de mil euros al mes (la mayoría de nuestros hijos), no comprendo cómo esa nueva particular clase parezca abanderar más las tesis de los Smith y los Ricardo.
Quieran los hados que el olfato de la mayoría votante de ayer en Europa haya acertado y sus representantes encuentren mejores caminos para andar en estos complicados tiempos, aunque lo dudo

jueves, 5 de febrero de 2009

La CRISIS nos hace escribir

La amplia crisis que padecemos Nos hace escribir efectivamente. Pero ojalá que con el deseo de alejarnos más de la retórica y apuntar algunas soluciones, aun sabedores de que poco podemos hacer, de que poco nuevo podemos de aportar, o de que, a lo peor, desconocemos cantidad de instancias y no nos son dados los botones donde “clicar” para que la situación nos obedezca. Y sin embargo, continúa el imperativo de querer aportar algo, de decir algo que pueda insertarse en el discurso cotidiano y pueda significar en dirección favorable.
Me atrevo, pues, a señalar cosas, muchas de ellas ya bien trilladas, mas que intento trabar aquí de manera que quizá deén otro empuje hacia orillas donde pinten mejor las cosas.

1. Algo positivo de este frenazo.-
Lo sabemos todos desde hace unas décadas: el planeta no da más de sí ante la voracidad humana; no sólo comemos: arañamos, trepanamos, esquilmamos esta gran nave en que prece que viajamos por los espacios siderales. Estamos de acuerdo; no todos por igual: más mil millones de sus gusanos que los otros seis mil: la injusticia de la injusticia. El caso es que vamos en un autobús sin frenos hacia el precipicio, afirmado por casi todos sin cortapisas; y los que no lo afirman es porque piensan que se han de morir antes y no les importa mucho el batacazo que se dén sus hijos, o no los han tenido por ahorrar más.
Conductores más voraces de este siniestro autobús lo han hecho derrapar antes del abismo: bendito sea: a tiempo estamos: la caída sin frenos, para los que reflexionamos desde hace muchos años, se llama neoliberalismo (y sin mayúsculas, que ya no las merece el término).
¿Cabe un nuevo estilo de marcha? Se trata de pensar, de pensar y hacer claro, echando mano de la magnanimidad, los grandes valores de nuestros pensadores más serios, desde Kant hasta acá y de los científicos más desinteresados. Ya sé que son criterios demasiado generales y que sólo indican; pero decir de Kant hasta acá es mucho, si además dejamos de quedarnos enredados en mitos y predicaciones de inspiración retorcida, donde el deseo se adelanta a la coherencia.
Lo importante por ahora y que quiero señalar si se me permite es que estamos en ese breve probablemente impasse en que el siniestro autobús permanece frenado, aunque, lamentablemente, va a intentar cabecear y volver a tomar la prisa del neoliberalismo.

2. ¿qué puede apuntar el pensar, y dicho abiertamente, el pensamiento filosófico?-
Quizá no mucho por desgracia; no soluciones inmediatas, pero sí una actitud para quienes estén más cerca de tomar decisiones y habilitar un espacio para todas las personas que quieran entender con profundidad este momento.
He sentido orgullo, porque mi formación, tan denigrada por estos tiempos, por el propio neoliberalismo que la ha arrumbado siempre por inútil, la tarea filosófica, parece que cuenta algo en estos momentos. Es más, los momentos que vivimos estaban ya pincelados claramente en Nieztsche en cuanto a la crisis de valores como todo el mundo podría saber; los análisis para entender gran parte de las relaciones económicas estaban trabajados en Marx –siento si alguien se persigna-; y la Escuela de Francfurt ha hecho una excelente lectura del terrible fenómeno del “consumo”; así como el Existencialismo ha marcado cómo el hombre puede ser auténtico o extrañarse y negar el sentido más genuino de su vida.
Pero parece tedioso entrar en estos planteamientos, porque en su mayor profundidad no son cosa muy sencilla; o se escuchan como quien ve bichos raros en un matraz o un museo de Arqueología. Y es curioso: la gente para solucionar su mundo interior sigue a la televisión, a teorías orientales absolutamente acomodadas, desfiguradas, o se aferra a cualquier ráfaga más fétida proveniente del más allá (¿del más allá o demasiado humanas?).
Seamos en todo caso cautos: atreverse a pensar conlleva precisamente reconocer los límites, pasar todas las cribas del análisis del lenguaje, que nos enseña a no correr demasiado, a desmitificar donde haya sólo imaginario; también ser conscientes de la multiplicidad de sentidos, de la gran complicación del propio pensamiento y de nuestra sociedad: pero es una tarea que debe estar siempre presente, me parece, en esto de, 1º intentar poner patas arriba lo que así lo merezca y 2º intentar reconstruír algo, habilitar un espacio de sentido humano, con nuevas reglas (no digo absolutamente nuevas) adquiridas por la experiencia histórica y la reflexión cuidadosa, no clasista, no interesada, no de discurso fácil, no las reglas emanadas sin más del disfrute propio del consumo, en el “todo está permitido” mientras gastes” (porque así llenas nuestros bolsillos y nosotros algo haremos por ti y nuestros trabajadores).
Debería tratarse de una moral humana y convincente, basada no en tópicos sino en mostrar la profundidad del pensamiento occidental y enseñada correctamente en nuestras escuelas. Otros tipos de morales son demasiado interesadas, incluso las no láicas, aunque aparentemente nos hablen de hermandad: no han mostrado que puedan facilitar la vida en este planeta (sea el islám o el catolicismo o el propio judaísmo desgraciadamente de moda) ; y, aún peor, muchas veces han justificado lo injustificable. Hay que enseñar en las escuelas que Los valores meramente humanos, la justicia, la vida son posibles, aunque a costa de mejorar las reglas de juego para todos: “más allá del simple Domum”.

3. Obama y su limitación de los sueldos a los ejecutivos de empresas que reciben fondos del Estado.-
No participo del tópico de que Obama sea el ídolo que nos saque a todos del callejón. La medida suena, desde luego muy bien. Creo que es bastante corta, porque la limitación a 500000$ apenas si suena a limitación y, además, hacen falta muchísimas medidas audaces en esta dirección. Tanto que a mí particularmente me cuadra más la amplia figura de instituciones supranacionales que pudieran legislar para todos. El golpe de volante ha de ser decidido; no digo que traumático: el frenazo ha venido a tiempo pero un solo conductor parece poca cosa:
la metáfora del autobús sin frenos se nos queda ahora pequeña. Hemos de trasponerla a la de montones de trenes mercancías bloqueados que requieren de audaces directrices tomadas muy colegiadamente en todos los circuitos viarios. Cuantas puntualizaciones en los recorridos, cuántas nuevas señales, cuantos recortes, cuantos sacrificios para que todo vuelva a permitir la esperanza a largo plazo.
Parece que el trabajo, dado que la situación es global, debería estar en manos de legisladores o ejecutores globales, al menos por unos años; capaces de otorgar al poder público todas las prerrogativas necesarias que busquen empleo, equiparación, bienestar social e impulsen el poder vivir a todos: ya hemos visto a qué conducen las grandes riquezas personales; también hemos visto la lesión tan brutal de derecho que originan las dictaduras del proletariado obcecadas con unas pocas ideas: ¿podríamos buscar una justa medida de las cosas de una vez, a unas millas del abismo si circulamos así?
Desde luego, para nada la llegada a ese entendimiento internacional debería ser conseguida por medios revolucionarios. Basta con que los famosos Grupos G”x” trabajaran debidamente: se trata de intentar, según pensamos casi todos en el fondo, de que ningún hombre muera a manos del hombre por intereses de ningún tipo y de que todos podamos vivr: ¿una utopía? Con el neoliberalismo y con regímenes revolucionarios sí; pero estamos obligados a pensar en esto: lo que no se ve –en el término amplio de la palabra- quizá no existe para nosotros: y lo que no se piensa tampoco: estamos obligados a planteárnoslo y no como un imposible. Es un imperativo y mucho más saludable que muchos otros que nos hemos forjado.

4. En cierto modo Malthus tenía bastante razón.-
Si me fuera dado escribir alguna de esas cláusulas que debería de emitir un órgano rector internacional, me apuntaría a Schopenhauer y regularía muy seriamente al menos la venida al mundo de seres humanos: esto está –como dicen nuestros jóvenes- “petado”. No se trata de quitar de en medio ni a uno sólo del rebaño actual, pero sí de tener cuidado con engrosarlo: y si fuera posible que con el tiempo menguara algo a base de menos “novedades” creo que mejor: somos demasiados enchufados a la electricidad, el gas, las tuberías de agua, devorando, rompiendo cachivaches, contaminando y los 7000 millones actuales deberíamos poder estar igual de enchufados evidentemente, con mínimas diferencias al menos: no hay más remedio que bajar el tren de vida, más los que más alto lo tengan evidentemente; esto es mandato evangélico: no es proclama comunista sin más; es lo que la actualidad nos señala. Yo vivo de una pensión del estado: tendré que acostumbrarme a que se replantee su cuantía si así lo dicta la convivencia global en que nos hemos embarcado por mor del consumismo; tendré que acostumbrarme a que en mi casa no haya más de uno o dos televisores, un solo coche eléctrico y a prescindir, si fuera necesario, de viajar a las Bahamas y postergar incluso el posible viaje a la Luna si echo a tiempo la instancia. Todo en aras de que los estados gestionen mejor mi dinero y todas las posibilidades: haga escuelas, atienda a los discapacitados y mayores, etc., etc: el estado y no los apremios de cualquier iglesia, porque no son suficientes. Y desde luego será algo a conseguir no con las armas, sino con la fuerza de la coherencia.
Sí deberíamos de acostumbrarnos a pensar que el neoliberalismo no es salida: construyamos una libertad real y no la de unos pocos que en el mejor de los casos apenas si mantienen al resto
Por compromiso y en el peor se largan con la ucha.
El neoliberalismo además, para colmo de males, le ha dado la razón, por un rodeo de calles a T. R. Malthus; su limitación ahora es si cabe más dramática, más imperiosa: el planeta no nos es suficiente.

5. La moral del goce contra la muerte.-
Disculpadme los que hasta aquí halláis llegado: ya termino y no quiero decir muchos más posibles disparates. Hay en la representación de la realidad que se forja el neoliberalismo, en el planteamiento que tantos nos hacemos en nuestra vida de siglo XX-XXI, una máxima muy frecuente y a mi juicio engañosa: “voy a morir, solo; me lo enseña la filosofía moderna (lo único que a veces tomamos de ella por cierto)”, “¡viva yo!”; más aún: “yo goce”, sin límite; a lo personaje de Dovstoievski: Dios no existe no hay límites. Decimos: me quedan 20 años: a vivir como el obispo de Roma en sus mejores tiempos, bueno, como me ofrece el siglo: coches, comer, salir, no cortarme (sin límites): lo hacemos todos los que podemos.
Sin embargo: hasta el Divino Marqués decía: “pongamos orden en nuestros deseos”. Se tata de eso, de una nueva tópica, de valores más más elaborados: el placer probablemente va a ser de mayor calidad. No se trata de reprimir, sino de aprender con todo el peregrinar de nuestra cultura; no se trata de renunciar ni siquiera a los placeres más íntimos: quizá son los varios televisores de nuestras los que en verdad nos han hecho mucho más “impotentes”.
En fin, dejaré aquí mis pobres reflexiones por mor de que sean útiles, coherentes y estén al día.