martes, 27 de octubre de 2015

Stote perfecti sicut voster pater celestialis perfectus est




   A veces me digo, cómo proceder en muchos asuntos vitales: soy lcdo en filosofía pura, con calificación máxima y fui catedrático de filosofía en enseñanza media: sé de ética, moral, de Platón y de todos aquellos que consagraron su vida a querer saber con autenticidad y rigor; y sin embargo, en el marasmo de códigos morales es cierto que recuerdo esta frase evangélica, este mandato casi maravilloso, aun siendo como soy desde hace tiempo nada creyente sin más, vaya, desde que inicié el estudio de la filosofía con rigor de facultad universitaria en la de Murcia, a la sazón de un nivel más que aceptable por aquellas fechas y aun ahora aunque ande yo más despistado de su funcionamiento actual, si bien no del todo.
   Este mandato b´blico (Mt. 5, 48) golpea en su formulación latina, donde perfecto ha de entenderse tal cual e incluso en su sentido de “acabado” (perficio), si bien choca a nuestra manera de ver las cosas actual esto de ser acabado, inmóvil moral y vitalmente, en este mundo de la prisa, el cambio, el juego, la máscara, etc. Etc.
   Y sin embargo, a mí, quasi ateo confeso, y digo bien el quasi, me golpea la sentencia: y a veces, cuando no sé bien como ser, pues me brota en el centro de mi alma, cabeza, también corazón: todas palabras analogías como la mayoría de las palabras; es como cuando Platón o Aristóteles y todos los demás pensadores hasta la fecha hablan del tema y nos proponen tender hacia el bien, la felicidad y todo esto similar, sin poder decir luego a renglón seguido mucho acerca de qué sea eso: recuérdese por ejemplo La república en sus libros VI y VII, las preguntas de Glauco y las respuestas de Sócrates, incluído el simil de la línea y el mito de la caverna.
   En fin: con todo puede que funcione alguna intuición ahí que parece decirnos: si tenemos padre este es perfecto y ese debe ser nuestro camino; esta es una sentencia cristiana aunque cierto es que reviste diversos tintes como diversos son los tintes de las diversas sectas por así decir del cristianismo, resumibles en catolicismo y protestantismo.
   Esto entronca también sobre cómo vemos los amantes del saber la figura del Maestro Jesús; bueno, mi visión del maestro coindic con la visión del mismo de Kant, Marx, Nietzshche o, Satre o Freud: mis filósofos de cabecera.
   Y en fin: sto fecti, seamos perfectos, como cabe decir a alguien que está no en lugar del maestro, si de los hermanos, por si da resultado y mejoramos incluso nuestras condiciones de vida en común.

Pedro Egio