miércoles, 25 de julio de 2012

Lo que nos está tocando vivir


es de tal repugnante jaez que difícilmente aportaré cosas atinadas, sobre todo si uno está tocado por los dioses con la desgracia de un carácter bipolar, que quizá ahora no esté en su peor momento, pero que siempre preocupa. Además soy ciego. No es cuestión de contar más desgracias, pero padecerlas las he padecido en número suficiente debiendo uno estar preparado para afrontar las nuevas, incluída la ineludible de despedirse huius lacrimarum vallis.



Con esta fuerza de mi situación personal, apenas pincelada y mis 53 años de vida, me atrevo a escribir y escribo, que me revelo hasta donde me es posible contra esta locura de los últimos coletazos de un sistema, el capitalista, que está zampándose, no sólo ya gran parte del tercer mundo desde épocas coloniales, sino ahora sus propios pies, principalmente la Europa Occidental, su baluarte más brillante, su delineadora e ideóloga. Zampándose el optimismo de la época ilustrada, la delirante idea burguesa de que progresamos sin fin. Pensábamos: “salvándonos individualmente por cualquier medio nos salvamos todos”.



En la segunda mitad del XIX la Izquierda Hegeliana criticó ya ese mundo feliz teorizado porHEGEL, que presentaba a la sociedad del momento como expresión de los últimos despliegues de un Espíritu que camina realizando su absoluta perfección.MARX era el joven más brillante de entre aquellos. Desde entonces los intelectuales más atrevidos, más comprometidos, menos encadenados a tópicos e intereses mezquinos, también gran número de artistas, transitaron esta senda de crítica al estado de cosas, poco favorable para la realización del hombre. Hemos vivido la experiencia de las revoluciones obreras, también sus asfixiantes dictaduras, ambas guerras mundiales, un progreso posterior desmedido y ahora este tremendo crack, anunciado por aquellos intelectuales y artistas –también la Escuela de Frankfurt- no conformes con los bríos que iba cobrando el capitalismo, como sistema de usura e individualismo moral y sin cortapisas.



Voy a mi asunto. Desde mi experiencia, buena o mala, señalo que la solución de nuestros problemas vuelve a pasar, si queremos organizarnos contra esto que todos cacareamos ya como “profunda crisis”, precisamente por KARL MARX, por sus ideas más genuinas, más lúcidas de lo que generalmente se admite sin conocerlas bien. No podemos permitirnos el lujo de perder de vista su análisis de la realidad, de lo social; su desenmascaramiento de los intereses de los opresores; la idea de la infraestructura, que informa o mapea a la superestructura, es decir, de que los intereses más inconfesables forjan los discursos, las creencias, el imaginario colectivo; de que el cambio de cosas debe ser promovido por los peor situados -obviamente muy importante-; de que la historia es movible, de que las cosas pueden cambiarse, tomando plena conciencia; de que toda acción revolucionaria debe servir realmente –no ideológicamente- al bien común, a todos los hombres; la distinción entre análisis rigurosos, racionales, científicos, versus discursos ideológicos montados sobre intereses de unos pocos, gobernantes, clase opresora, explotadores. Todo esto esta en MARX y sigue siendo absolutamente fundamental y útil; así como el respeto a la naturaleza y detestar toda vehiculación de esta para uso y explotación de la minoría.



Muchos hemos caído en las redes de este sistema absolutamente inhumano, que, sin ir más lejos, desprecia a 6 millones de españoles y a los demás; les engaña, les promete la felicidad en cada recorte de sus derechos más fundamentales, vendiéndose plenamente a los intereses europeos, que es lo mismo que decir de Merkel y unos pocos más. Pero es hora de encarar las cosas, de quitarnos lastre, dudando de tanta palabrería de un sistema que se resquebraja. DE hecho, ya nadie cree que Europa y sus instituciones salven: ¡mentira!, y si usted se lo cree señor Rajoy raya la oligofrenia. Esta Europa, ésta, no salva.Nadie cree en la cientificidad de Standard and poor, Fitch, Moodi’s, ni en la inocencia de los que a ellas se inclinan, ni siquiera en las pocas reglas neoliberales: “mueve dinero para que indirectamente todos salgamos ganando”. Las agencias de calificación de riesgos barren para los intereses de los especuladores aunque se escondan en proporciones. Las verdades del sistema capitalistas son verdades parciales, interesadas, por mucho que una minoría nos machaque con todos los medios a su alcance sin reparo ni vergüenza, y más sublevante aún, con la complicidad de casi todas las iglesias; desde luego, no es lo mismo la inocencia de un creyente sin apenas formación que la perversidad del discurso religioso alienante de determinadas figuras ni su misma responsabilidad para con la humanidad. Por cierto “alienación” también es palabra central en la forma racional, humana, de encarar el mundo la teoría marxista.



Me imagino que pocos lectores han gustado de seguirme hasta aquí. Retomo mi apunte central: no he repasado las atrocidades, económicas, las injusticias, los atropellos ecológicos, etc., que casi todos estamos padeciendo, aún en mayor o menor medida. Este repaso lo hacemos cada día, bien descafeinadamente por los medios de comunicación al uso, bien con mayor responsabilidad en la prensa más adecuada o en Internet como espacio menos tutelado por la oficialidad. Prefiero intentar pincelar alguna salida. .



Prácticamente necesitamos un “nuevo orden mundial”. Podemos suponer: 1 que tal no llegue jamás y el actual se desmorone poco a poco, ahogando cada vez a más personas, con reyertas desorganizadas sin alcanzar nada interesante para todos, y la suma de los desastres climatológicos que nos hemos labrado, etc.; o, 2, que tomemos conciencia plena de la situación, que los burlados por el sistema -cada vez más- y cualquier mujer/hombre de bien, nos acojamos a consignas racionales de acción, buscando el bien general, realmente –no ficticiamente-; procuremos enderezar la historia, evitando caer en dictaduras fuertemente incómodas.

Claro, ideal sería una tercera alternativa, demasiado idílica: aquella que, no sin el empuje de una amplia masa lo más consciente posible, más todos los movimientos afines de “indignación”, en crecimiento geométrico, consiguiera de las actuales instituciones del sistema la realización de un “concilio” para el diseño serio de un nuevo orden mundial que sustituya al neoliberalismo. Nos evitaríamos muchos disgustos. Todo Esto es brutal, casi irrealizable, pero con parches de los interesados neoliberales seguiremos hundiéndonos en el pantano.


MARX TIENE MUCHO QUE ENSEÑARNOS AÚN.





Pedro Egio





jueves, 5 de julio de 2012

Se piensan

Se piensan que van a poder reírse del pueblo, o bueno, de las gentes de bien, hasta la saciedad y sin límites. Se piensan que se van a salir con la suya, exprimiendo el percal, como decimos por acá, hasta los últimos momentos en las postrimerías de la Tierra, como si ante el Apocalipsis todo valiera, ajenos por completo a cualquier toque de trompeta que anunciara la inminencia de un Juicio restablecedor, donde parece que hubieran comprado también los puestos a la derecha del juez, acostumbrados a negociarlo todo, al tanto tienes tanto vales, al que siempre cuenten bulas, al amasar tesoros acá que muy largo me fiáis el allá, o convencidos de que las iglesias les harán cohorte como les acaece, para más INRI. Esperamos que no siempre rían impunemente; que las gentes de bien, organizándose, comiencen cada vez con más empeño, con más contundencia, aun con respeto a personas y cosas, a clamar sin titubeo, ora por el sureste, ora al noroeste, ya un sector social afectado por tanta tropelía, ya este otro, ya a lo Fuente Ovejuna; a dejarse oír, más alto, sin equívoco, desenmascarando a opresores y vampiros. Dejarse oír, desenmascarando las verdades del mercado, que ante el hambre se reducen a patrañas. Verbo y gracia: Cada vez más ciudadanos perciben que la Prima de riesgo es mayúsculo engaño y gigante insolencia, que tales primas pretenden dar sensación de seriedad donde sólo hay flagrante delito, guiño hecho para encarecer la deuda, forjado por individuos del bando de los acreedores. Estos ayudan a placer a los compradores de deuda, pacientes arriesgados, aparentemente iluminados por tres dígitos bien sui generis, que para nada han acertado en riesgos como el de la quiebra de ENRON o Lehman Brothers: menudos fareros, más bien faroleros, exponen esa tríada fetiche donde dos dígitos bastarían, seguro que para impresionar más, para conferirles una cintificidad dudosa y también para justificar lo injustificable; burdo insulto a millones de seres humanos. Y cuando Merkel, una democristiana que de cristiana no puede presumir mucho y de demócrata sólo probablemente las circunstancias, exige cumplir y cumplir lo pactado hasta el último maravedí, más que política preocupada por la generalidad parece un coronel ramplón, que pisotea lo que se tercie por salirse con la suya, sin mirar por Europa entendida como la suma de sus países, sino capitaneando a una Alemania voraz, que sólo saca para sí beneficio, pretendiendo ignorar que la mayoría de pactos los ha conseguido desde una situación de prepotencia que debe comenzar a abandonar por varias razones: porque no está el horno para bollos y porque ella misma empieza a ser tocada por su empecinamiento y su descuido de promover crecimiento. ¿Cómo no hablar en estos términos cuando se van esquilmando todos nuestros servicios y pisotean todos los derechos que hagan falta para exprimirnos más y más?, ¿cuando quieren tapar todos los agujeros de bancos desastrosos con el dinero de la ciudadanía y aprovecharse y volvernos a prestar para intentar cobrar más y más intereses? ¿Qué se merecen que les llamemos, a los europeos que cierran a cal y canto el Banco Central? ¿Yy a nuestros propios políticos, falsos como Judas, que le siguen a aquellos la corriente antes que defendernos y enfrentárseles diciéndoles “¡basta ya!, estrujémonos la cabeza porque no queremos seguir pisoteando a nuestro pueblo”. Pero no: mejor se llenan sus barrigas de viento, alargan el cuello y confían en que vamos a seguir obnubilados con sus cantos de sirena; se piensan que vamos a permanecer siempre igual de aborregados, y no será así, porque la gente tiene pundonor, tiene clase, y sabe perfectamente que está siendo choteada, diariamente, cuando se le repite: “recortamos para volver a crecer, para haceros nuevamente ricos, hijos nuestros, benditos incredulillos, parvulillos jaleantes que poco haríais sin nosotros, vuestros desinteresados protectores”. Falso, protectores de pacotilla al servicio del capital alocado. No somos árboles, que podados damos más fruto; eso es lo que el europeo de arca insaciable y el especulador a lo Montecarlo desearía: podar, podar, para que crezcan nuevas ramas. La Humanidad es algo mucho más grande y serio que todo esto y si nuestros mediocres políticos, nuestros insaciables banqueros tan al límite de la delincuencia cuando no son directamente delincuentes, no quieren reconocerlo aún, deben entender que el camino puede ser también para ellos más penoso de lo que esperaban. Comenzarán a vernos frente a sí, asistidos de la verdad, de la necesidad de satisfacer nuestras primeras necesidades, y de las secundarias tan legítimas como aquellas, del derecho a mantener lo logrado mientras haya un euro, porque mientras haya un euro debe ser destinado a todos y no a cuatro guapos, a los bolsillos de desalmados y destrozapaíses con el cuento de hacer fuerte y creíble a Europa, en la que nadie empieza a creer, a la que desde el G20 por ejemplo se le exigen otras medidas, más allá del parqué. Qquién puede creer a esta Europa de Merkel y unos cuantos trapicheros más, que se miran el ombligo y escupen con desprecio hacia la chusma, aunque caiga en el umbral de la pobreza, tenga o no bocado, niños, ancianos o quienes fueren. Ellos mismos, ellos solos han deshecho su credibilidad, al aparecer ante el mundo como los tremendos usureros y defensores de usureros que son, antes que benignos rescatadores de nada. ¡Mentira!: no rescatan, echan gustosos una cuerda alrededor de los cuellos de las naciones, atracan, meten la mano en las carteras y exigen cada vez más satisfacciones, como auténticos sátiros, sodomizan sin casi rubor, aunque parece que se atisbara un comienzo de rubor en sus caras, porque se están dando cuenta que la pendiente no permite mucho freno y esto bueno no ha de ser, no sólo por la mala marcha de la cosa económica ya, sino porque cada vez más los sodomizados van comprendiendo que este toqueteo soez de derechos y bolsillos no puede ser mandamiento racional, sino tosco manoseo inadmisible que debe volverse contra ellos y sólo a ellos estallarle. Pedro Egio