miércoles, 4 de mayo de 2011

¡Fútbol!, ¡FÚTBOL!, ¡fútbol!, ¡fúúúútbol!, ¡Fúútboooool!

A mí me produce vergüenza, enojo...:
estamos en otros tiempos de nuevo: pan y circo, claro; que la gente no se cosque de que

sus derechos son conculcados; que no vean cómo no los atendemos, cómo protejemos a la

empresa en detrimento de los trabajadores; que no vean cómo seguimos manteniendo un orden

mundial vergonzoso, cómo esquilmamos hasta la última gota del último petróleo que nos quede

sin dar paso a otras alternativas...
Más fútbol; que chillen, que se emocionen, que no salgan a la calle sino se sienten ante

el cristal vacío de sus pantallas, mientras unos cuantos se llenan los bolsillos a

expuertas. Mientras nosotros negociamos con millones de euros, que se dice pronto: ¿y nos

quejamos de nuestros políticos?, por supuesto que con razón en la mayoría de casos, pero

muchos en el mundo del deporte y tantos y tantos empresarios son igual de impresentables: el

hombre, el ser humano desfigurado por ellos. Quizá algunos enfermos mentales no somos a

veces el mejor d los ejemplos, pero cuántos empresarios impíos, hombres del deporte de

millones, dirigentes de las finanzas y superempresarios de entidades bancarias, operadoras

de móviles, etc., etc., etc., son muchísimo peor ejemplo y con una responsabilidad mucho

mayor.
Pero bueno, fútbol, fútbol, que les pongan fútbol: parece que sigue el Generalísimo al

frente de este país, sólo que aquí probablemente la orden no la da nadie: seguimos todos la

inercia: perdón, yo no estoy al menos a este respecto contaminado: siempre me la repanfinfló

el fútbol; siempre envidié a los compañeros que jugaban bien en el cole, pero no a estos

deportistas de pacotilla, que no son más que bandoleros en tanto reina la pobreza en nuestro

mismo país y nos despistan de las cosas más esenciales.
Una pena también que tantos comentaristas hablen engoladamente de estos sucesos de

masas, tan futiles como buñuelos de viento, los sucesos y ellos también; echando mano de un

lenguaje y de unas reflexiones que darían probablemente mejores resultados aplicados en

otros menesteres.
En fin, uno hoy día estoy hablando en el desierto porque la mayoría ya está narcotizada a

este respecto; pero uno ya está acostumbrado a quedar mal y no por eso ha de callar si

considera que puede haber personas que piensen igual e incluso alguna que termine cayendo en
la cuenta.

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