sábado, 4 de febrero de 2006

Las imágenes de validacion, otra barrera para los deficientes visuales

Es increíble, y a veces no damos a vasto: ¡varias instituciones intentando preservar los niveles de accesibilidad de la red de redes para los deficientes visuales! Y muchas veces nos perdemos en disquisiciones vizantinas, en pormenores no muy significativos, en reglamentaciones intrincadas, diseñando sistemas automáticos de baremación…
Y a veces se nos escapa insistir en cosas centrales.
Lo que aquí quiero subrallar es el problema de esas imágenes que nos piden que copiemos cada vez para más acciones: abrir una cuenta de correo, solicitar un espacio para una web, darnos de alta en determinados servicios…
Se trata de una imagen que los lectores de pantalla para ciegos no deletrean, con la que los operadores y las empresas en general que las usan pretenden que las máquinas no automaticen el proceso de subscripción, con el riesgo de infringir errores o multiplicar usuarios irreales e incluso poder colapsar los servicios.
Es verdad que hay recursos malintencionados de este tipo por doquier, pero también es bueno que cuando se piensen soluciones se piensen para todos; o al menos sería muy deseable que aunque esas soluciones no se piensen para todos, nuestros colectivos tuvieran más rapidez de actuación y pudieran realmente llegar a los diseñadores de estas webs.
Es cierto que algo se va avanzando, pero este asunto lleva ya años en la red y no he escuchado ni leído que se esté reaccionando sobre el particular, aunque es verdad que sí ha habido algunas búsquedas de alternativas, como la de introducir un archivo mp3 para que la persona ciega teclee tras oír, o la recomendación de enviar por correo la circunstancia de que somos ciegos y que queremos acceder al servicio vedado mediante otro prcedimiento distinto al de la imagen, pero en esta opción, pues claro, podemos morirnos esperando…
Diré algo curioso: se me ocurrió comentar a alguien bien entendido en todos los problemas tiflotécnicos qué pasaría si los lectores fueran implementando un OCR para reconocer las letras exhibidas en las imágenes: su respuesta me dejó helado: por aquí estaba la vía de la solución, pero lo peor es que en muchos casos –me dijo- esas imágenes contienen trazos ya pensados para burlar cualquier reconocimiento digital, como por ejemplo, grafías hechas a mano, caracteres no de imprenta, ante los cuales los reconocedores electrónicos nada tienen que hacer. O son directamente dibujos de objetos: (una casa, un árbol) que el aspirante al servicio debe plasmar en el recuadro correspondiente.
De todas formas, hoy no me quise quedar con la gana de ver si había otro camino: como, por ejemplo, imprimir la página que exhibe el dibujo y luego leer el resultado con el optakon (un aparato que lamentablemente ya no se fabrica, que traslada a relieve la información que rastreamos con una camarita generalmente sobre libros). Y cuál fue mi alegría al comprobar que detectaba el código que LYCOS (en http://www.tripod.lycos.es/signup/) me solicitaba mediante la correspondiente imagen (era en esa tirada “2642”). Se trataba de una página de solicitud de espacio en su hostin gratuíto.
El tema es que era un ejemplo de sencillo código que incluso hubiera pillado un OCR; aunque el optakon podría permitir indagar en algunos dibujos y algunas grafías distorsionadas a posta más complejas.
Esto me prueba: 1, la conveniencia de que nuestros lectores sean implementados con más, vamos a decir, plug-ins; 2, la necesidad de repensar los accesos a imágenes en forma análoga y usando el tacto:
El optakon era un buen chisme y también lo serían instrumentos basados en una filosofía parecida, que nos trasladaran las formas más relevantes de los monitores de los usuarios videntes.

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